La
búsqueda de la modernidad
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
El
viraje del conservador
AL ASUMIR MANUEL ÁVILA CAMACHO LA
PRESIDENCIA en diciembre de 1940, México había superado la pérdida demográfica
de la década revolucionaria, aumentando su población a 20 000 000 de
habitantes. Era un país todavía rural, de localidades entre 50 y 5 000
habitantes, con escasa integración urbana que empezaba a cosechar algunos
frutos, producto de cambios en su estructura económica y social, pero cuya
estabilidad política se veía amenazada
por una profunda escisión derivada del
radicalismo de las reformas cardenistas.
Ello no significó sólo una justificación
para fortalecer alianzas y ampliar consensos necesarios en la construcción de
un nuevo proyecto de nación, sino también un intento por alcanzar un rígido
control sobre las diversas facciones políticas consideradas como un obstáculo
para lograr la unidad.
Una nueva retórica se introdujo en el
discurso oficial. Al protestar como presidente, Ávila Camacho no se refirió a
una ruptura con el pasado revolucionario, sino a "una renovación de
ideales" mediante "la consolidación material y espiritual de las
conquistas sociales".
La llamada escuela del amor vino a
concretar el nuevo modelo educativo: una escuela ajena al odio y a la
división entre los mexicanos, a pesar de
sus diferencias de credo, partido o clase, una escuela auténticamente mexicana,
acorde con las tradiciones y medio físico del país, en la que el individuo, y
ya no la colectividad, se convertía en el centro de atención y la familia
reafirmaba su papel formativo en el ámbito escolar.
Ahora se refería al socialismo forjado por
la revolución mexicana, a una doctrina de solidaridad y respeto
a la colectividad cuyo propósito era
disminuir las desigualdades económicas y sociales, sin hacer mención al
socialismo científico, criterio totalmente opuesto a lo que habían pensado los
promotores
de la reforma de 1934. Ahora la escuela ya
no sería instrumento de transformación de la sociedad sino que se convertía en
el medio propicio de unión entre los mexicanos.
El ambiente cotidiano
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
Los planteles urbanos, considerados como prototipos de
la nueva escuela, se apegaban más al programa vigente y daban prioridad a la
instrucción académica.
Las diferencias entre los planteles
urbanos eran marcadas dependiendo de su ubicación. Amplios edificios,
construidos ex profeso, de varios pisos y salones, con patios y canchas
deportivas
La nueva corriente educativa se reflejó
de manera particular en los textos escolares. La conciliación, tantas veces anunciada,
obligaba a superar las divisiones internas y los textos ofrecían una excelente
oportunidad para cerrar heridas.
El nuevo rumbo
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
La creciente división ideológica entre
grupos magisteriales se había convertido en un serio conflicto político que con
actitud intransigente Vejar Vázquez agudizó. Avila Camacho decidió sustituirlo
por un diplomático de carrera y hombre de letras, Jaime Torres Bodet, quien se
había iniciado en las labores educativas como secretario particular de
Vasconcelos en la Universidad y al momento de su designación, en diciembre de
1943, ocupaba la Subsecretaría de Relaciones Exteriores.
No manifestó crítica alguna en relación
con la experiencia socialista pero si dejó claro que la escuela no debía ser
"ni un anexo clandestino del templo" ni un arma que apuntara
deliberadamente "contra la autenticidad de la fe". No pretendía que
fuera un modelo fijo de escuela, que uniformara arbitrariamente todo el
sistema, sino una escuela que expresara lo mexicano.
Los esfuerzos para ampliar la cobertura
del sistema escolar implicaba no sólo la formación de nuevos docentes sino
también la capacitación de miles de maestros "empíricos" que ejercían
la docencia sin la preparación suficiente.
Para 1945 las condiciones parecieron
favorables para llevar adelante la reforma. El avance de los sectores
conservadores ante una izquierda debilitada y dividida, además de la creciente
oposición a las ideologías radicales, derivada del triunfo de los aliados,
facilitó el proceso. El proyecto de ley presentado a las cámaras en diciembre
de 1945 justificaba y explicaba, en función de la unidad nacional, las
modificaciones propuestas.
“La educación que imparta el
Estado—Federación, Estados y Municipios tenderá a desarrollar armónicamente
todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la
patria y la conciencia de la solidaridad internacional en la independencia y en
la justicia. Garantizada por el artículo 24 de la libertad de creencias, el
criterio que orientará a dicha educación se mantendrá por completo ajeno a
cualquier doctrina religiosa y, basado en los resultados del progreso
científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los
fanatismos y los prejuicios”.(DOROTHY, citado en, la educación en mexico,2010,
p. 199)
El gobierno no sólo buscaba subsanar las
deficiencias del sistema que causaba el rezago educativo sino también
desvanecer las viejas tensiones entre la Iglesia y el Estado. Ávila Camacho
veía la necesidad de reconciliación con un adversario que, si bien
económicamente no tenía la fuerza ni los recursos de los años anteriores a la
Reforma, en cambio, social y políticamente tenía fuerte peso dentro de la
sociedad y gran capacidad de movilización.
Expansión y desarrollo
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
Miguel Alemán el primer presidente civil
del México posrevolucionario, expresó reglas muy claras de su juego político.
Habría que erradicar toda tendencia izquierdista y no simplemente modificar los
términos.
El nuevo esquema quedó inmerso en el
contexto del desarrollo económico que caracterizó su gobierno. Muy lejos habían
quedado las intenciones de Vasconcelos de esperar de la escuela elemental
"la redención" y el mejoramiento del pueblo, o la tarea asignada por
la escuela socialista de guiar la transformación de la sociedad. .
Sin cuestionar la orientación ideológica, pretendía coordinar las distintas
agencias educativas desde el jardín de niños hasta la enseñanza media y
superior, técnica o universitaria para constituir "un verdadero sistema
nacional de educación pública", iniciativa que en la práctica fracasó.
México vivió una etapa de gran
estabilidad política y auge económico pero así mismo se vio afectado por una
explosión demográfica sin precedentes, con un crecimiento de 3.4% anual, es
decir, la población llegó a duplicarse en tan sólo dos décadas. Este
crecimiento, aunado al rezago educativo, se hacía sentir en una demanda que el
gobierno no estaba en condiciones de satisfacer.
En busca de mayor colaboración del sector
privado, insistió en la formación moral y cívica, en la importancia del papel
de la familia, en educar para la libertad y para la responsabilidad.
El problema ciertamente no era sólo
financiero sino que también demandaba un cambio en los patrones educativos.
Faltaba planeación, dirección y programas adaptados al auge industrial. Se
insistió en diferenciar los planes de estudio entre escuelas urbanas y rurales,
desterrar el verbalismo y la falta de realizaciones prácticas, pero el cambio
implicaba más que un discurso.
Las tenciones afloran
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
Al asumir la presidencia en 1958 Adolfo
López Mateos, la presencia, de nueva cuenta, de Torres Bodet al frente de la
SEP fue decisiva. Este ultimo lanzó el Plan de Once Años para atender el rezago
educativo acumulado, así como la explosiva demanda.
Las aspiraciones del magisterio,
reprimidas por años, se desbordaron. Grupos de diversas tendencias políticas se
organizaron para tratar de establecer la democracia sindical y hacer valer sus
derechos.
La represión violenta fue la respuesta al
radicalismo de estos movimientos y tanto Salazar como otros líderes sindicales
fueron encarcelados.
Las protestas se desataron al anunciar
que los textos serían obligatorios. Autores de textos, libreros, editores y la
Unión Nacional de Padres de Familia se manifestaron en contra de la
obligatoriedad, tachándola de anticonstitucional, antidemocrática y
antipedagógica. Además, la inquietud política del momento contribuyó a
intensificar y diversificar las protestas.
Las tensiones que para 1962 habían
desembocado en crisis lograron diluirse meses después. Quedaba claro que no
había sido el contenido de los libros la causa de las protestas, ya que no
introducían ningún cambio ideológico, sino que el meollo estuvo en la creciente
intervención del Estado en el campo educativo.
Con el paso del tiempo, la obligatoriedad
de los libros no volvió a ser cuestionada, incluso cuando en 1973 se decidió la
elaboración de una nueva versión. Más allá de la polémica que desató, es
innegable el acierto de la distribución de los textos gratuitos a todos los
niños mexicanos; para muchos han sido y siguen siendo el único recurso para su
aprendizaje.
. La "rebeldía estudiantil" fue
atribuida a la inadecuada formación cívica de los jóvenes. Pero ya de hecho, a
iniciativa del secretario de Educación Agustín Yañez, se había instalado desde
1965 una comisión para analizar los problemas que aquejaban al sistema
educativo y buscar soluciones.
El
predominio de la ciudad
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
Abrir la brecha en diversos ramos de la
actividad económica requería de la formación de cuadros profesionales
preparados en distintas ramas de la enseñanza técnica.
Los esfuerzos gubernamentales para apoyar
las demandas de la industrialización se centraron en las zonas urbanas. Las
oportunidades de estudio se incrementaron y la matrícula, en los diversos
niveles, creció a ritmo acelerado.
El cambio permitió mejores condiciones de
desarrollo y expansión interna de las actividades docentes y de investigación a
la vez que facilitó la comunicación interuniversitaria.
Asimismo se crearon otros centros de
enseñanza superior, nuevas universidades en la capital y en los estados,
instituciones privadas como la Universidad Iberoamericana, el Instituto
Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y el Instituto
Tecnológico Autónomo de México (ITAM), así como los Institutos Tecnológicos
Regionales que venían a consolidar el avance de la enseñanza superior en el
país.
El mundo indígena
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
La
desigualdad se acentuaba en las zonas indígenas. Si bien el Congreso de
Pátzcuaro (1940) había marcado los linchamientos de una nueva política con base
en el respeto a la identidad y cultura indígenas, una sociedad culturalmente
homogénea era claramente la meta de la elite política de los años cuarenta. La
diversidad cultural, entendida como barrera para el desarrollo, no lograba
superarse: la escuela no había podido desterrar las lenguas autóctonas como
tampoco castellanizar al indígena.
La política indigenista recobró vigor
gracias al impulso de un grupo de antropólogos y científicos sociales. Con la
fundación en 1948 del Instituto Nacional Indigenista (INI) bajo la dirección de
Alfonso Caso, se replanteó el trabajo partiendo de los principios aprobados en
el Congreso de Pátzcuaro.
Las autoridades, convencidas de las
bondades del modelo de desarrollo económico, no cuestionaron el concepto de'
'progreso" ni la imposición de un modelo educativo uniforme en una
sociedad heterogénea que reclamaba programas flexibles para adaptarlos a los
diversos grupos y regiones.
De la teoría a la práctica
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
La Ley Orgánica de 1942 estableció que la
enseñanza primaria, en su contenido básico, sería igual en toda la República.
Pero la heterogeneidad del sistema escolar impedía la uniformidad deseada.
Había escuelas federales, estatales, municipales y particulares, y éstas mismas
podían ser urbanas, semiurbanas o rurales, de tres o de seis años.
Como años atrás, a la norma escrita, los
actores locales —directores, inspectores y maestros— le daban una
interpretación distinta o simplemente no la cumplían.
Esta contradicción entre las normas y la
realidad se expresó sobre todo en las áreas rurales. Con la unificación
curricular la escuela rural perdió el apoyo de años atrás. Lo que anteriormente
se hacía con la mayor libertad, ahora había quedado normado o prohibido en
nombre de un sistema educativo coherente y uniforme que buscaba la moderación.
Los informes de los inspectores dejaron
de retratar fielmente las carencias y problemas para ajustarse a un
cuestionario, impreso, centrado en aspectos cuantitativos que poco decían de la
realidad cotidiana de la vida escolar.
Las escuelas normales se duplicaron
básicamente por la creciente participación del sector privado interesado en la
formación de las nuevas generaciones. 79% de los maestros estaban titulados. En
la UNAM, la matrícula se incrementó de 9 900 a 107 056 y el IPN logró una
cobertura en 1970 de 67 239 alumnos.
La modernidad tantas veces enunciada se
reflejaba en miles de escuelas nuevas y mejor equipadas en localidades donde
todo faltaba, en maestros más preparados, en nuevos planes y programas,
materias y libros de texto.
La escuela había contribuido a
restablecer el consenso político y avanzado en la integración de una población
culturalmente heterogénea.
Superar esas enormes desigualdades
educativas, ampliar las oportunidades de progreso a todos los estratos sociales
mediante una educación de calidad para enfrentar los nuevos retos de un futuro
siempre incierto, seguía siendo el gran desafío para autoridades y educadores.
Renovación y crisis
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
EL SIGLO XX MEXICANO ATESTIGUÓ CAMBIOS
INCREÍBLES. Hacia 1910 sus 1 972 546 km2 albergaban poco más de 15 000 000 de
habitantes, es decir, estaba casi despoblado y, aunque había empezado a
industrializarse, seguía siendo predominantemente rural. Sus ciudades eran
pequeñas y su capital no llegaba a 500 000. A pesar de ciertos tonos
afrancesados de la cultura de su elite, el sello de vida era provinciano.
Las familias extendidas se hicieron
nucleares y empezaron a reducir su tamaño en la década de 1970, bajo el lema de
"la familia pequeña vive mejor". Esto, junto a una gran migración
tanto hacia las ciudades como hacia Estados Unidos, influyó en la creación de
otras aspiraciones y costumbres.
Los políticos y los presidentes
multiplicaron sus visitas al exterior y cada vez mayor número de estudiantes
acudió a universidades extranjeras.
La explosión demográfica le da valor al
hecho de haber logrado que 46% de analfabetismo en 1940 con sólo 20 000 000 de
habitantes, se haya reducido a 10% a fin de siglo con 100 000 000, cifra que de
todas formas es excesiva.
Las proyecciones demográficas fueron
rebasadas por la realidad, al tiempo que la multiplicación de medios de
comunicación y la explosión del conocimiento mostraban un desajuste entre la
enseñanza escolar y la informal.
El
fracaso de un intento de reforma (1964-1970)
Desde el inicio de su ejercicio como
secretario, Agustín Yáñez planteó la necesidad de una reforma educativa, pero
la discusión tardó tanto que fue en 1968 cuando se entregó el resumen en tres volúmenes,
mismas que pronto quedaron en el olvido. El crecimiento de la población había
obligado al gobierno a mantener los servicios educativos en expansión y crear
la telesecundaria.
El sistema político nacido en 1929, en el
que el dominio total lo ejercía un partido oficial, empezó a mostrar un
deterioro hacia fines de los años sesenta.
El sistema político nacido en 1929, en el
que el dominio total lo ejercía un partido oficial, empezó a mostrar un
deterioro hacia fines de los años sesenta.
¿Una
reforma revolucionaria?
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
El malestar llegó a ser tan profundo que
se volvió inaplazable hacer ajustes, tanto en la educación como en el área
social. El candidato a la presidencia, Luis Echeverría, recurrió a una retórica
izquierdizante, tanto para neutralizar el descontento como para encauzar las
inquietudes.
Esta quedó organizada en cuatro
subsecretarías: de enseñanza primaria y normal; media, técnica y superior;
cultura popular y educación extraescolar; y coordinación educativa. La
descentralización del sistema se inició con la división.
Equipos de especialistas reformaron los
métodos, los programas de estudio y los libros de texto de primaria para
desterrar la enseñanza rutinaria y responder al cambio constante del
conocimiento. Se decidió desarrollar en los niños una actitud científica y
proactiva, una conciencia histórica, un sentido de la relatividad del
conocimiento para adaptarlo al futuro y generar una convivencia tolerante.
La SEP no pudo ignorar la persistencia
del analfabetismo, por lo que desde 1971 echó a andar los Centros de Educación
Básica para Adultos (más tarde INEA) con nuevos métodos y libros de texto. Esto
se complementó a partir de 1973 con las tareas del Consejo Nacional de Fomento
Educativo, que elaboró textos en lenguas indígenas dirigidas a comunidades de
500 habitantes o menos.
Durante el sexenio se agudizaron las
preocupaciones por el impacto de los medios de comunicación y su gran
influencia general; se experimentaron ampliamente con radio, televisión,
carteles, libros y revistas las técnicas para la educación de masas. También se
hicieron grandes tirajes de 315 títulos de la colección SEP-setentas y se
filmaron 42 cortometrajes educativos.
Nuevos intentos con mayor
presupuesto
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
El endeudamiento y el gasto acelerado
desembocaron en una gran devaluación en 1976 y una inflación que afectó la
credibilidad del gobierno.
La educación mantuvo su estatus
prioritario y el presidente, en enero de 1977, encomendó a su secretario de
Educación, Porfirio Muñoz Ledo, un nuevo Plan Nacional de Educación.
La tarea siempre urgente de alfabetizar
también se promovió, pero con el objetivo de modificar las condiciones
estructurales del campo mexicano y mejorar la calidad de vida.
Un consejo establecido en 1979 promovió
acuerdos entre las normales federales y estatales, para regular la admisión de
estudiantes, reducir la matrícula, crear el bachillerato pedagógico, y promover
la investigación educativa, lo que desembocó en la fundación de la Universidad
Pedagógica Nacional en 1978.
No obstante la prioridad del
desarrollismo, la SEP llevó a cabo una amplia obra de difusión cultural y
educativa.
La medida fue anunciada en su último
informe, con graves secuencias de devaluación, quiebras, desempleo y una
inflación creciente. Durante los últimos meses de su administración, la
población tuvo la sensación de que el país estaba a la deriva.
LA EDUCACIÓN PÚBLICA,
VÍCTIMA DE LA INFLACIÓN (1982-1988)
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
En tan críticas condiciones asumió la
presidencia Miguel de la Madrid, cuyo perfil tranquilizó a la iniciativa
privada pero no logró neutralizar la efervescencia política.
De la Madrid nombró al reconocido
intelectual y político Jesús Reyes Heroles para dirigir la SEP, quien
consideraba la educación como una tarea prioritaria del Estado, pero tuvo que
enfrentar un presupuesto reducido y la inflación.
La escasez de recursos obligó a
racionalizar el gasto y buscar nuevos caminos para elevar la calidad educativa,
aumentar la eficiencia terminal, combatir la deserción, vincular la educación a
bienes y servicios y lograr mayor coherencia en los programas.
El sexenio, agobiado por la deuda y la
inflación, tuvo que enfrentarse al desastre mayúsculo que significó el gran
terremoto de septiembre de 1985 que afectó a la ciudad de México y a varios
estados.
El sexenio, agobiado por la deuda y la
inflación, tuvo que enfrentarse al desastre mayúsculo que significó el gran
terremoto de septiembre de 1985 que afectó a la ciudad de México y a varios
estados.
LA MODERNIZACIÓN EDUCATIVA
(1988-1994)
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
El candidato oficial, Carlos Salinas de
Gortari, fue declarado electo, provocando la oposición del Frente Democrático
Nacional (FDN), antecedente del Partido de la Revolución Democrática (PRO).
Durante la campaña presidencial se habían organizado foros sobre educación y
difusión de la cultura.
También se apoyó la producción de cine y
la edición de películas mexicanas clásicas para su venta o préstamo en
bibliotecas públicas, sin olvidar financiar la arqueología y los museos.
El presidente consideraba indispensable
el estímulo de la investigación de punta para liberar a México de la
dependencia científica y tecnológica. Pero el Banco Mundial
"recomendó" que se diera prioridad a la educación básica.
Aunque durante el sexenio se aumentaron
los recursos hasta destinar casi 6% del PIR a la educación, ésta mantuvo un
perfil deficiente. De acuerdo con la información de Pescador en 1994, 100 000
comunidades carecían de servicios educativos que a pesar de la educación básica
obligatoria, fueron víctimas de la desigualdad tradicional, la deserción y la
baja eficiencia del sistema en el sureste. Se agregaron a este problema la
escasa creatividad y eficiencia del INEA y la defectuosa capacitación de
maestros, ya que los estímulos salariales no tardaron en quedar presos de la
corrupción del sindicato.
LA EDUCACIÓN DEL CAMBIO
(2000-2006)
Referencia: (DOROTHY,
citado en, la educación en México, 2010, p. 154-236)
A pesar de haberse inaugurado en medio de
una grave crisis financiera, Zedillo logró la reordenación económica que haría
posible el "gobierno del cambio".
Durante la campaña presidencial, el
rector del Instituto Tecnológico de Monterrey desempeñó un papel importante al
promover un programa titulado "Educación para la vida y el trabajo"
que hizo temer que el gobierno privatizaría la educación superior.
La enseñanza secundaria quedó liberada,
en parte, de su carácter enciclopédico, al reducir las asignaturas en una
tercera parte, con un aumento de horas y menos alumnos por clase. En beneficio
de los maestros.
La Universidad repitió buena parte de los
problemas de las otras universidades. En lugar de responder a la necesidad de
fortalecer el estudio de las ciencias y la preparación de técnicos que requiere
el desarrollo y que puede absorber el mercado de trabajo decidió preparar
profesionales tradicionales, aunque es pronto para emitir un juicio definitivo
acerca de su desempeño.
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