El fin
del siglo y un nuevo régimen
Referencias: Engracia
Loyo Anne Staples,
citado en, la educación en México, 2010, p.127-152
La educación elemental en el
porfiriato
LA REPÚBLICA
RESTAURADA QUISO AVANZAR por el camino de la modernidad, a la vez que conservar
la Constitución de 1857. El primer paso era terminar con las gavillas de
delincuentes que pululaban después de la partida de los franceses. El segundo
era restablecer y crear organizaciones acordes con un Estado laico, representativo
y republicano. La pobreza era el enemigo más difícil de vencer.
La promesa de orden y
progreso parecía realizable. Los años que van de 1880 a la Revolución delimitan
uno de los periodos de mayor crecimiento económico y poblacional. Se fortalecieron
sectores importantes en la economía,
tanto nacionales como internacionales: ferrocarriles, minería, industrias y
agricultura de exportación, aunque de manera dispar.
Entre la clase
política el enorme optimismo de los primeros años de la independencia de 1821
surgió nuevamente a medida que se iba acercando la fecha mágica de 1910. México
se autoproclamó país moderno, civilizado y progresista.
Algunas escuelas primarias
tenían maestras egresadas de normales que ostentaban planes de estudios
enciclopédicos. En cuanto a los estudios secundarios y superiores, nada pedían
a los extranjeros en calidad.
Estuvieron, sin
embargo, restringidos a un número limitado de alumnos y el sistema de educación
primaria estaba lejos de servir a todo el país, de modo que la modernidad llegó
a un pequeño porcentaje de la población.
Se consideraba a los
indígenas y a las poblaciones rurales, pequeñas y aisladas, como verdaderos
obstáculos al progreso.
Un México moderno y
una educación moderna: esto es lo que
creían tener entre manos los hombres casados con el racionalismo, es
decir, los científicos y los positivistas. Su método educativo buscó darle al educando una visión exacta de su
realidad basado en la experimentación y la observación, pero también en
el enciclopedismo, para ser culto y conocedor de muchas cosas.
La modernización del
país y de su sistema educativo no llegó hasta las fábricas, las colonias
alejadas del centro de las ciudades, los pueblos y rancherías. Para ellos
estaban destinadas las escuelas rudimentarias, las "peor es nada".
Enormes regiones
siguieron estando como antes. Sin infraestructura, quedaron aisladas de la
marcha del progreso.
El niño centro de la enseñanza
Durante el interludio
gubernamental del presidente Manuel González, el Congreso Higiénico Pedagógico
anunció el cambio de enfoque que tendría la educación primaria durante el largo
gobierno de Porfirio Díaz: el niño se convertiría en objeto principal dé la
preocupación de los educadores.
En el Congreso,
convocado Por el Consejo Superior de Salubridad y llevado a cabo en 1882, médicos,
maestros y quienes estaban interesados por la higiene
discutieron acerca de
las condiciones indispensables para brindar a los niños un ambiente de
aprendizaje sano y estimulante: las características del local escolar, mobiliario,
libros y titiles; los programas y horarios más convenientes para la salud, así
como la distribución diaria de los trabajos. Recomendaron también ejercicios
apropiados para el
desarrollo corporal del educando, juegos al aire libre y gimnasia. Asimismo
prescribieron la enseñanza objetiva y el cultivo de las facultades físicas,
morales e intelectuales.
En lugar de premios y
castigos, los alumnos deberían aprender a reconocer las consecuencias de sus
actos para formar en ellos el hábito de hacer el bien.
La mayoría de las
escuelas estaba alojada en casas de alquiler inapropiadas que con frecuencia
eran también el hogar del director o del maestro y su familia, quienes escogían
para su uso las mejores habitaciones. Las pésimas condiciones de estos inadecuados
ambientes escolares fueron causa directa del alto índice de inasistencia y
deserción.
Los educadores
censuraron también la rigidez del sistema educativo y los métodos en boga, en
particular el lancasteriano, varios de
ellos se habían pronunciado contra el uso excesivo de la memoria y la coacción.
Uno de los maestros
que había luchado por transformar la escuela y desterrar métodos "retardatarios
o anquilosados" era el veracruzano Carlos A. Carrillo, que en su obra La
enseñanza objetiva difundía los principios pedagógicos más
avanzados. En 1885, Carrillo introdujo la enseñanza objetiva en el Instituto Fróbel
de Coatepec, Veracruz y publicó La Reforma de la Escuela Elemental,
para algunos, el periódico más "genuinamente pedagógico" que se había
editado en nuestro país y tribuna de varios educadores como Gregorio Torres
Quintero y Daniel Delgadillo. En él se atacaban los métodos que convertían al
niño en recitador de lecciones. Carrillo censuró el abuso de los libros de
texto que hacían del alumno una máquina para repetir pensamientos ajenos:
"los libros que se usan en la escuela, y como se usan en la escuela, no
edifican sino que destruyen, no dan la vida, sino que dan la muerte..."
También en Veracruz,
que se convirtió en la cuna de la reforma educativa, el alemán Enrique
Laubscher utilizó innovadoras estrategias docentes, entre ellas las de su compatriota
Federico Fróbel. En 1881, en Alvarado, Laubscher enseñaba a los niños a leer y
escribir simultáneamente sin el ancestral y tedioso deletreo e impartía
"lecciones de cosas" (ejercicios sobre objetos y fenómenos que
rodeaban al niño) y geometría en los primeros grados escolares y, ante el asombro
de padres y educadores, los alumnos parecían disfrutarlas. Su libro Escribe
y lee, que empleaba el método fonético en la enseñanza de la lectura, se
propagó por
toda la República. Los
maestros asistieron a cursos sabatinos para conocer corrientes pedagógicas
nuevas y practicar la enseñanza objetiva. El suizo Enrique Rébsamen, recién llegado
a México, se encargó de la parte teórica de los programas y junto con Laubscher
compartió la responsabilidad de la Academia Normal de Orizaba.
Rébsamen recomendaba
al maestro basar sus enseñanzas en los intereses y conocimientos del niño y
guiarlo a descubrir el mundo por sí mismo. Coincidía con Locke en que
"nada hayen el entendimiento humano que no haya pasado antes por lossentidos"
y exhortaba al docente a recurrir a la enseñanza objetiva.
Para Rébsamen la
verdadera educación debería desarrollar las capacidades físicas, intelectuales,
éticas y estéticas del niño.
La enseñanza de la enseñanza
Muchos estados
empezaron a abrir escuelas normales para varones, como lo hizo Oaxaca en 1883,
con un plan de estudios que se aumentó a cinco años en 1890. Jalisco estableció
una normal para hombres y otra para mujeres.
La de mayor impacto
fue la que en 1887 creó Rébsamen en Jalapa, la Escuela
Normal de Profesores,
cuya fama se extendió por el país. Fue semillero de maestros y ocasionó una
verdadera dispersión de educadores.
Uno de sus seguidores,
Gregorio Torres Quintero, fundó la Normal de Colima, su estado natal, y dirigió
la educación en Yucatán en los años de la Revolución. Torres Quintero fue autor
de varios textos, entre ellos el Método onomatopéyico de lectura, tan
popular como el de Rébsamen.
Baranda creía en la escuela
primaria como la solución a los problemas nacionales y en el Estado como la
única instancia con posibilidades de llevar a la educación a todo el país y a
todos los grupos sociales. Impulsó la creación de la Normal de México, que
además de ser la primera institución de su género con carácter federal,
adquirió la facultad de expedir títulos de profesor de instrucción primaria.
La Normal de México,
vio la luz en febrero de 1887, después de la de Jalapa, y Laubscher fue nombrado
primer director de la escuela anexa. La Normal de México tuvo como antecedente las
clases de pedagogía introducidas por el Dr. Luis E. Ru iz en la Escuela
Nacional Preparatoria
La Normal de México fue
sólo para varones hasta 1924, a diferencia de la de Jalapa que era mixta,
aunque la primera mujer se inscribió dos años después
de su apertura.
Se consideraba que la
educación secundaria debía servir para convertir a la mujer en maestra. En
consecuencia, incluso las escuelas que empezaron con la idea de proporcionar educación
secundaria terminaron siendo normales. En 1890, la Secundaria para Niñas, que
impartía materias aisladas, artes y oficios, idiomas y pedagogía, se convirtió
en la Normal de Maestras.
Durante el
Porfiriato, el magisterio, considerado la carrera femenina por excelencia, era una de las pocas opciones que
tenía la mujer para acceder a la
vida profesional. Varios pedagogos extranjeros,
en particular Federico Fróbel, guía y ejemplo de educadores porfirianos,
difundieron la idea de que la mujer estaba particularmente dotada para la
docencia. En 1900, al parecer, 91% de los estudiantes de normal en el país eran
mujeres. En 1907, de los 15 525 profesores, sólo 23% eran varones.
No obstante que la
profesión de maestro gozaba de cierto prestigio, los sueldos eran bajos; variaban
de 30 a 80 pesos mensuales, comparables con el de un obrero o un conductor de
tranvía, y en el campo.
A principios del
siglo XX el ejercicio del magisterio era muy popular: en 1900 había 45 normales
en 19 estados y 2 000 estudiantes, la mitad de ellos en el Distrito
Federal. En el mismo
año sólo 25% de los 15 000 maestros del país eran titulados.
En busca de la unidad
En 1888 se promulgó
la Ley de Instrucción Obligatoria que comprendía
la enseñanza
elemental, entre los 6 y los 12 años de edad, recibida en cualquier
establecimiento oficial o particular.
El analfabetismo
afectaba a 8 0% de la población y el índice de asistencia a la escuela era de
41 en un millar.
El Primer Congreso de
Instrucción Pública (diciembre de 1889 a marzo de 1890), fue presidido por
Justo Sierra, eminente abogado con vocación de educador y profesor de historia
en la Escuela Nacional Preparatoria, y tuvo a Enrique Rébsamen comovicepresidente.
Baranda defendió un programa educativo general, así como el carácter laico,
gratuito y obligatorio de la educación,
que los congresistas
aceptaron, dada la heterogeneidad del país. Este último precepto, cuyo incumplimiento
sería sancionado, incluía los cuatro años de la primaria elemental para los
niños y niñas de 6 a 12 años.
El Congreso resolvió
adoptar el laicismo como sinónimo de neutral y solamente en las escuelas
oficiales. El concepto de instrucción, que daba nombre al Congreso, fue
sustituido por el de educación, promovido por Rébsamen, que implicaba el
desarrollo armónico e integral del niño, lo que demostraría que era posible
enseñar moral sin religión.
Otra de las
resoluciones fue erradicar el método mutuo, que si bien permitía instruir a más
niños, debido al apoyo de alumnos con conocimientos más avanzados, sólo
estimulaba la repetición y la memoria. En su lugar, se votó por el simultáneo
que cumplía con los fines instructivo y educativo; se aconsejó tener grupos de
un máximo de 50 alumnos, clases orales, el uso cié la forma socrática y limitar
la "expositivo-dogmática";
el maestro debería dirigir las preguntas a todo el grupo pero evitar las
respuestas a coro.
El Segundo Congreso
de Instrucción (lp diciembre de 1890 a 28 febrero de 1891), presidido de nuevo
por Sierra, abordó los temas de los textos y sus características, los métodos,
los útiles y mobiliario, los requisitos de higiene, los títulos de los
maestros, la Escuela Normal, y la coincidencia de los métodos y programas de
las escuelas estatales y las del Distrito Federal.
El método educativo e instructivo recomendado significaba,
por una parte, el orden en que deberían presentar los conocimientos.
Uno de los primeros
frutos del Congreso íue la supresión de la Compañía Lancasteriana en el
Distrito Federal y territorios en marzo de 1890. Las escuelas que tenía a su
cargo se convirtieron en nacionales y pasaron a depender del Ministerio de
Justicia e Instrucción Pública.
La preocupación de
Sierra por lograr que los niños acudieran a la escuela lo llevó desde los
primeros años del siglo a proporcionar vestido y alimentos y a vigilar la
marcha de las escuelas por medio de un cuerpo de inspectores.
En la capital, la
asistencia aumentó de 75 000 alumnos en 1900, a 112 000 en 1907, una escuela
por cada 139 alumnos, lo que estaba cerca del ideal de una por cada 100
alumnos. Para el mismo año la escolaridad en el país había aumentado a 59
matriculados por cada 1 000 habitantes.
La escuela primaria
en el Distrito Federal y territorios, de acuerdo con las resoluciones del
Congreso y el pensamiento de Rébsamen, debería ser educativa o integral;
laica, o sea neutral respecto detodas las creencias religiosas, y nacional,
para fomentar el amor a la patria y a sus instituciones, formar ciudadanos
y contribuir alprogreso del país. Incluiría la cultura moral, intelectual,
física y estética.
Saber
más que leer y escribir
El hincapié en la
educación primaria se justificaba en un país conaltos índices de analfabetismo
y de población indígena monolingüe.
La influencia que
ejerció la ilustración en la educación formal se redujo, en un principio, a las
instituciones creadas a finales
del siglo XVIII. Para las últimas décadas del siglo XIX, su presencia,
transformada por el positivismo pero en el fondo enfocada a la divulgación del
conocimiento útil, había modificado profundamente el sentido de la educación
profesional.
algún gobernador
pronunció las palabras inolvidables de que su entidad necesitaba agricultores y
no intelectuales. Eran años de auge de las escuelas agrícolas y de artes y
oficios.
La industrialización
exigía profesionistas con conocimientos técnicos y para 1890 se llegó a un alto
grado de especialización. Ese año se creó la Escuela de Maquinistas Prácticos,
pues se estaba poniendo de moda la "enseñanza industrial".
La entrada al mercado
de las jóvenes, en oficios ligeramente mejor pagados que los de marchanta o
doméstica, significa el comienzo de una era de mayor independencia económica
para ellas.
Las preparatorias
La Escuela Nacional
Preparatoria fue una de las glorias de la República Restaurada. Al alejar las
amenazas extranjeras tras la caída de Maximiliano, el gobierno tuvo en mente
dos objetivos: crear las condiciones ideológicas que impedirían, en el futuro,
una alianza de sectores tradicionales y de la Iglesia que buscaran en una fuerte
influencia clerical o en una monarquía el remedio a los males del país, y abrir
las puertas a la modernización, mediante el orden y el progreso. Desde luego
que la escuela primaria desempeñaba un importante papel en la creación de ese
orden que permitiría la paz social y la dedicación al trabajo. Pero igualmente
importante era la formación de hábitos de estudio y disciplina en los jóvenes, razón
por la cual la Escuela Nacional Preparatoria ocupó un lugar
distinguido en la
historia de la educación superior desde el regresode Juárez al poder.
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